La falta de vivienda es un problema persistente y complejo que afecta a las principales ciudades de Estados Unidos. Según estimaciones recientes, más de 500.000 personas se quedan sin hogar cada noche en el país. El aumento de las personas sin hogar durante la última década, particularmente entre poblaciones vulnerables como veteranos, jóvenes y familias con niños, resalta la necesidad de soluciones integrales para abordar esta crisis.
La escala del problema
La falta de vivienda se presenta de manera diferente en diferentes ciudades y regiones, pero algunas tendencias son claras. La falta de viviendas asequibles, empleos estables con salarios dignos y acceso a atención médica y servicios de apoyo han contribuido al aumento del número de personas sin hogar. Las principales ciudades como Nueva York, Los Ángeles, Seattle y San Francisco han experimentado grandes aumentos en su población de personas sin hogar. Por ejemplo, se estima que hay más de 60.000 personas sin hogar sólo en el condado de Los Ángeles. El aumento del número de personas sin hogar ha agotado los recursos de la ciudad y ha llevado a la formación de campamentos improvisados en espacios públicos.
Factores que contribuyen al aumento del número de personas sin hogar
Varios factores interrelacionados contribuyen a la falta de vivienda entre individuos y familias. La falta de viviendas asequibles en las principales ciudades es uno de los factores más importantes, especialmente porque los alquileres y los precios de las viviendas se han disparado. El estancamiento de los salarios y la desigualdad de ingresos también dificultan que los hogares de bajos ingresos mantengan una vivienda estable. Para ciertos subgrupos, como los veteranos, las enfermedades mentales y el trastorno de estrés postraumático pueden contribuir a la pérdida del empleo y la inestabilidad de la vivienda. La violencia doméstica también es una causa común de falta de vivienda entre las mujeres. Sin un sistema de apoyo, un simple acontecimiento de la vida, como perder el trabajo o tener una emergencia médica, puede convertirse rápidamente en una situación de falta de vivienda.
Impactos en la salud pública
La falta de vivienda tiene impactos de amplio alcance en la salud pública y la seguridad en las ciudades. Las personas sin hogar tienen tasas más altas de enfermedades físicas y mentales, abuso de sustancias y esperanzas de vida más cortas. Los campamentos pueden carecer de servicios sanitarios o de acceso a agua potable y atención médica, lo que aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades. La falta de vivienda estable también dificulta el manejo de enfermedades físicas y mentales crónicas. Desde una perspectiva de seguridad pública, un aumento en el número de personas sin hogar en las calles puede contribuir a los delitos menores y a una disminución en la percepción de seguridad y limpieza del vecindario.
Posibles soluciones
Aunque la falta de vivienda es un problema complejo para el que no existe una solución única, las ciudades pueden emplear múltiples estrategias para ayudar a aliviar esta crisis. Entre las soluciones más prometedoras se encuentran:
Se necesita una combinación de medidas de emergencia a corto plazo y reformas del sistema a largo plazo. Las soluciones deben adaptarse a las necesidades y recursos de cada ciudad. Pero al aprender de los modelos exitosos y hacer de las soluciones de vivienda una prioridad, las grandes ciudades pueden generar un cambio real.
Otras soluciones
Primeros enfoques de vivienda
El modelo Housing First ha mostrado resultados prometedores en ciudades como Salt Lake City y Houston. Este enfoque proporciona rápidamente vivienda permanente sin condiciones previas, junto con servicios de apoyo según sea necesario. Dar prioridad a la colocación rápida en una vivienda estable puede resultar menos costoso que gestionar la falta de vivienda a largo plazo. Los programas Housing First ayudan a combatir los mitos de que las personas sin hogar deben “ganarse” una vivienda o que proporcionar vivienda permite el consumo de sustancias. Este enfoque ha tenido éxito tanto para las personas como para las familias que se encuentran crónicamente sin hogar.
Diseños arquitectónicos innovadores.
Algunas ciudades se están volviendo creativas al convertir espacios subutilizados en viviendas asequibles. Los ejemplos incluyen microapartamentos, viviendas modulares y contenedores de envío convertidos en unidades de vivienda. Estos diseños innovadores pueden proporcionar viviendas de transición o permanentes de forma rápida y asequible. Los concursos de arquitectura y las asociaciones con desarrolladores pueden estimular soluciones creativas.
Programas de prevención y desvío
Las iniciativas centradas en la prevención pueden evitar que las personas y familias en riesgo se queden sin hogar. Las estrategias incluyen asistencia para el alquiler a corto plazo, programas de mediación para disputas entre propietarios y asistencia en efectivo para depósitos de seguridad o gastos de mudanza. Para las personas que acaban de quedarse sin hogar, los programas de desvío pueden realojarlas rápidamente sin tener que ingresar al sistema de refugios, lo cual es traumático y costoso. Es fundamental identificar las redes de apoyo de las personas.
Trabajo de calle y gestión de campamentos.
Los equipos de extensión trabajan directamente con personas que viven en campamentos o espacios públicos para generar confianza y conectarlos con servicios y opciones de vivienda. Las mejores prácticas incluyen la integración de trabajadores anteriormente sin hogar en equipos de extensión. Los campamentos también se pueden gestionar designando ubicaciones permitidas, brindando servicios básicos de saneamiento y asociándose con los residentes para la transición a refugios o viviendas.
Si bien es esencial aumentar el número de unidades de vivienda asequibles, los servicios integrados también son esenciales para permitir que las personas obtengan y mantengan una vivienda estable. Se necesita una atención continua, desde refugio temporal hasta vivienda de transición y vivienda de apoyo permanente. Las ciudades también deben abordar causas profundas como la falta de salarios justos, acceso a la atención médica y sistemas de apoyo para reducir el riesgo de quedarse sin hogar.
Conclusión
La falta de vivienda requiere una respuesta multifacética por parte de las ciudades, las organizaciones comunitarias y las agencias gubernamentales. Si bien las principales ciudades han logrado avances mediante una mayor financiación e iniciativas piloto, se necesitan soluciones más amplias centradas en ampliar la vivienda asequible, el apoyo a los ingresos y el acceso a la atención médica. Abordar la falta de vivienda requiere voluntad política en todos los niveles para dar prioridad a las poblaciones marginadas. A través de políticas inteligentes, programas basados en evidencia y el apoyo de una comunidad compasiva, las ciudades pueden garantizar que todos los residentes tengan un lugar seguro y estable al que puedan llamar hogar.