Con cada nueva entrada en la serie God of War, parece cada vez más obvio que ninguna deidad puede interponerse en el camino de Kratos. Desde dioses griegos hasta dioses nórdicos, el dios de la guerra ha demostrado su superioridad mítica contra todo tipo de enemigos divinos. Dicho esto, existe una clara diferencia entre el Kratos que luchó contra el panteón griego y el que ahora se enfrenta al Ragnarok. En la última entrega de la saga épica de Santa Monica Studios, God of War Ragnarok, Kratos parece más débil que antes. No sólo el fantasma de Esparta es un poco más fácil de manejar esta vez, sino que parece que a los otros dioses les resulta mucho más fácil enfrentarlo que a sus homólogos griegos.
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Desde el resurgimiento de 2018, está claro que este es un Kratos muy diferente al que recordamos de juegos como God of War III. La cuestión del poder menguante de Kratos no es solo una teoría de los fanáticos o algún tipo de especulación: es uno de los aspectos centrales de la trama de God of War de 2018.
Después de la derrota de Zeus y sus cohortes, la búsqueda de venganza de Kratos finalmente terminó y su deseo de batalla desapareció con ella. Había llegado el momento de que God of War se embarcara en una nueva aventura: intentar vivir como un humano “normal”, lo cual no es fácil después de diezmar un panteón entero.
Cuando vemos a Kratos en el reinicio de la serie, el hombre que una vez luchó contra dioses y monstruos a diario era más un nómada que un guerrero. La paternidad y la pérdida de una segunda esposa también afectaron a Kratos, limitando su alguna vez legendaria fuerza a una fracción de su potencial.
Algunos spoilers menores de God of War Ragnarok: la historia tiene lugar años después de los acontecimientos del juego anterior. Kratos luego luchó incluso menos que antes, dedicando su vida a Atreus y sobreviviendo al Fimbulwinter, el invierno eterno que precede al Ragnarok.
El duro invierno y la falta de motivación real para el combate son quizás las razones por las que este nuevo Kratos parece un poco menos poderoso que el de la época griega, aunque todavía es más que capaz de asestar una paliza a uno o dos dioses.
Desde la perspectiva del diseño del juego, también hay otra razón clave por la que Kratos necesita sentirse más débil en esta entrada, y eso es porque Ragnarok no es solo otra historia de Kratos: esta vez Atreus es mucho más central en la trama que God of War.
Esta es también la primera vez que los jugadores tendrán la oportunidad de jugar como el hijo de Kratos, y los desarrolladores tuvieron que asegurarse de que la experiencia fuera casi igual. En muchos sentidos, Atreus parece incluso más fuerte que Kratos, pero es posible que esto se haya hecho a propósito para que los jugadores se sientan más cómodos en las secuencias de Atreus.
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Entonces, si Kratos se debilita cada vez más a lo largo de los episodios, esto es solo una parte de la progresión de la serie. Quizás sea hora de que Kratos se retire, lo que confirma inequívocamente el final de Ragnarok. Pero quizás tengamos que esperar para ver si Atreus se convierte en el próximo «Dios de la guerra». Después de todo, los dioses egipcios no van a luchar entre sí.